La Semana Santa, como todo hecho religioso, cultural y sociológico, no es un acontecimiento efímero. En todo momento ha estado en constante evolución.
El antecedente remoto del culto o procesión en la calle lo tenemos a raíz de la institucionalización del Vía Crucis. Dicho Vía Crucis es introducido por el primer Marqués de Tarifa (Don Fadrique Enríquez de Ribera) en 1521, tras su viaje a Tierra Santa.
A partir de esta fecha se solía celebrar todos los años, estando dividido en diferentes etapas señalizadas con Cruces y Altares portátiles, estableciéndose un espacio para dicho culto público.
A principios del siglo XX (1er cuarto) se gestan los actuales modelos de cortejo procesional, dando lugar a la creación de diferentes Hermandades y la transformación de algunas ya existentes.